sábado, 4 de diciembre de 2010


Un carboncillo sobre el papel blanco va delineando tu boca… es el contorno fresco de tus labios con un trazo impresionante…
Parece que la fuerza con que fue dibujado ha traspasado el otro lado del cuaderno: son los labios más hermosos que yo haya visto pintados a blanco y negro.
-¡No los pintes por dentro!
Déjame recordarlos siempre así: con el trazo remarcado de tus labios negros.

Confusión


No se define mi corazón a que se inclinará,
Si al insomnio que me provocan las diferencias de tu rabia,
O al placer sincero de tus manos en mi alma

Pues los giros de tus sueños me llevan a una mortal tormenta,
Que me mata y me genera, una llaga en la ligera capa de mi corazón.
Pero este amor que todo sana, perdona las cuchillas del rencor y venganza
Que puede albergar tu arma, por la lejanía que hoy nos desvía
Pero nunca nos separa del perfecto paraíso que ha creado tu amor.

Es por eso vida mía, que busco en tu camino
El tren de mi destino, que me lleve de regreso a la playa donde nacimos,
Vivimos y morimos, para quitar por completo la confusión de no tenerte
Y de alejarte por fantasmas en la mente, y perder la cordura de mi corazón.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La huella de tu amor


Por Abril Ángel

Eran las seis de la tarde, la hora en que él, gustaba salir de su “basurero” (literalmente), pues su casa era el callejón de una unidad habitacional poco prestigiada y segura (de esas que tienen miles de edificios pintados color crema y donde abundan las ratas); algunos botes adornaban el lugar, cartones eran los colchones y periódicos o revistas viejas de la estética de lado siguiente, servían para mitigar la proximidad del invierno. No renegaba mucho, al lado de ellos siempre había un festín que degustar, por suerte la tienda de Don Beto abría las 24 horas por abastecer de alcohol a los borrachos del condominio y si no tiraban algo de comida por lo mareado que estaban, aprovechaba Marquito la confusión para tomar “prestada” la torta de tamal que dejaban en el suelo mientras degustaban la décima “chela” del día. Así, comido y desayunadito empezaba la rutina de mirar entre ventanas lo que hacían “sus vecinos”, pero aunque diario practicaba lo mismo, siempre era diferente: Si no lo descubrían espiando a Tania la vecina desnudarse para entrar a bañar, lo corrían de las escaleras cual ladrón borracho, pues de ladrón tenía toda la cara pero ¿de borracho?

Su compañero de “cama” (o ¡mejor dicho!): cartón, era Roy, un tipo desarreglado de unos 32 años, pero la mugre lo hacía lucir de cuarenta y dos, grande y musculosos, con una facha de galán pero por como lo trató la vida se tuvo que conformar con la compañía de Marco; casi no hablaba con él solo se limitaba a acariciarle la cabeza en señal de agrado y ofrecerle de la comida que les robaba a niños de la escuela primaria cuadras atrás de su callejón (tal vez por eso marco adquirió ese hábito).

Marco aun dudaba de las aventuras de Roy, le resultaban tan poco creíbles:

-Si Marquito ¡yo tenía todas babeando por mí! Con decirte “negro” que hacían fila…

Seguido de su comentario acariciaba la cabeza de su amigo.

-¡Seguro es gay!

Pensaba Marco, ante tal insistencia en tocarlo


Por otro lado Marco o el “negro” (como le gritaron un día que huía corriendo de su víctima de robo por comida, y se le quedó el apodo), era lo contrario: poco hablador, pequeño y más coqueto que Roberto, Gabriel o Tonatiuh juntos (los borrachos de la miscelánea), pues mientras ellos competían por quien se tomaba la caguama más rápido, él tenía la manía de espiar con tanta insistencia y puntualidad a sus vecinas, para descubrir en ellas sus encantos o algún truco para impresionarlas después.

Una vez, se pasó todo el día por las escaleras de emergencia contemplado cada departamento, había tantas cosas en común: la tristeza que guardan esas paredes y los secretos que no salen de ahí, eran cada vez más interesantes para “el negro”.

En el primer piso escondido tras el tendedero de Doña Esperanza veía la misma rutina: Ella llevándole el desayuno, huevos con frijoles y una cesto con tortillas a su esposo, un hombre calvo y gordo con un seño diabólico, tal parece que por eso le tema tanto a su marido, pues ella no come hasta que termine y lave todos los platos. Más al fondo un cuadro de una pareja, ella de blanco, el hombre con un seño ¡mejor! el marco es muy ostentoso y los que yacen en la foto también, parecen felices… Pero el tiempo es el que encuadra la efímera felicidad del amor.

Marco, invadido por la melancolía de esa pareja, da un paso en falso y cae detrás del auto del hombre mal humorado, pronto sale con una pistola de balines y los lanza al azar, tenía miedo de encontrar un ladrón tratando de abrir su coche, pero al brincar se da cuenta que es solo Marco, un insignificante ladrón que seguro husmeaba la basura. Decide escapar hacia arriba e ignorar la herida que le provoco el balín.

A su paso lo detienen los gritos emitidos por un bebé que está en la cuna, se posa cerca de la ventana procurando que nadie lo vea acariciando el bebé, el bebé que llora calla inmediatamente que lo ve. Su madre aparece bruscamente con una mamila de leche hasta la mitad. Se la intenta dar y no quiere, escupe sobre su babero rosa y mejor opta por darle de su pecho.

Suena el teléfono y divinamente para él, se detiene y aleja la boca del bebé, se para de la silla sin la mitad de la blusa y contempla extasiado Marco como se marcha la joven; el bebé llora más y decide entrar para tranquilizarlo.

-¡Total! Solo lo tranquilizo y me voy

Puso un pie en la cuna, el otro en el barandal, no quería hacer tanto ruido y logra llegar; la madre entra y grita al verlo, su intimidad era violada ¡aun pero! ¡Un extraño acariciaba su hijo!

-¡¿Qué haces aquí?! ¡Vete!

Veloz toma la escalera y huye sin pensar, cuando daba vuelta en otro condominio quiso visitar a la mujer más hermosa de la unidad: Teresa.

Era tan noble y tan guapa, creía que también ella le atraía él, pues más de dos ocasiones le ofreció comida e incluso le hizo cuando no tenía nada en el refrigerador. Corrió para verla nuevamente por la ventana y disfrutar de su compañía, pensaba en confesarle sus sentimientos mientras corría por los techos de los departamentos.

-Tal vez lo deje para otro día, hoy solo quiero verla

Llegó a su habitación, su cama estaba destendida… Era muy raro pues a las seis de la tarde normalmente ya está hecho su que hacer, de pronto salió Teresa del baño con un hermoso vestido rojo, tenía el cabello aun húmedo

-¿Y si se arregló así para mí?

Lo vió y sonrió, no era la imaginación de Marco, aquella mujer si simpatiza con él. En un plato le llevó leche y en otro comida de ayer. Mira atentamente como come y lo acaricia mientras lo hace. Él feliz disfruta de ella cocinándole y además acariciándole…

-¡Nada puede ir mejor!

Pensaba Marco y miraba con atención a Teresa.

De ese mismo baño que salió la mujer, sale un hombre desnudo, un tipo desarreglado de unos 32 años, esta vez no tenía mugre y se lucía de esa edad, grande y musculosos, con una facha de galán.

Su corazón se retuerce y los pelitos de su piel se erizan… No tiene tiempo ni de pensar ¿Qué está pasando?

Roy ve a Marco y grita sorprendido:

-¡Pinche gato! ¡Sal de aquí!

miércoles, 6 de octubre de 2010

Jazzeando Por Nuestros Hermanos Sin Voz



Debido a las inundaciones presentadas en la zona sur del Estado de Veracruz, miles de animales quedaron atrapados y en pésimas condiciones por el abandono de sus dueños; las autoridades quienes no evacuaron a los animales (tanto domésticos como de granja), han muerto por ahogamiento o la causa de abandono: inanición.
Es por eso que una de las asociaciones civiles en pro de los animales con mayor presencia en esta tragedia “POR NUESTROS HERMANOS SIN VOZ A.C.” Busca la recolección de fondos, alimentos y medicinas con un espectáculo de música, a cargo de: “Molto Mosso Cuarteto “

¡No faltes!

Jazzeando Por Nuestros Hermanos Sin Voz

jueves, 23 de septiembre de 2010

Reminiscencias


En Platón, recuerdo de las ideas contempladas en una vida anterior. La reminiscencia explica la aprehensión actual de las ideas a través de las sombras de los sentidos y constituye la única fuente de conocimiento verdadero.

Otra vida dejé pasar y no te pude contener, hasta otra vida nos vemos...

Reminiscencias...

En Platón, recuerdo de las ideas contempladas en una vida anterior. La reminiscencia explica la aprehensión actual de las ideas a través de las sombras de los sentidos y constituye la única fuente de conocimiento verdadero.

Otra vida dejé pasar y no te pude contener, hasta otra vida que te vuelva a re encontrar…

Manifestación a través de las imágenes




Introducción


Manifestación a través de las imágenes


El dilema de la inexistencia del verdadero significado de las palabras o, incluso de las buenas personas, se ha vuelto recurrente en esta era que presume de modernidad e inteligencia.

Resulta difícil que una persona trascienda por sus hechos (pues el ego suele acabar con los fines más buenos), o porque el “ritmo” que te marca ese órgano fantasma (que cuando conviene está ahí, y cuando los fines políticos exigen su abolición no existe): la sociedad, te arrastra a la conducta:

-Estudiamos para poder trabajar y desempeñarnos en un empleo que ofrezca bienestar. En otro caso, trabajamos para satisfacer nuestras necesidades.

Pero ahí es cuando el significado de la palabra se ha perdido como la calidad humana de las personas, su esencia ha sido modificada, lo que nos ha orillado a confundir papeles e, incluso, sustituimos palabras para glorificar lo verdaderamente malo.
A lo que nos referimos es, si ese “bienestar” se traduce a una eterna cadena de sometimiento o adormecimiento de nuestros sentidos ante la verdadera realidad, y no aquella que sólo nos permite ver dentro de nuestros intereses o a escasos metros de nuestra área laboral, eso no puede significar “bienestar o satisfacción”

-¡No buscamos generalizar!

Al contrario, activistas, somos los más interesados en que este planteamiento quede en falacia y no sea el resultado de una Consulta Mitofsky. Pero ante este esquema que es evidente para los “desencajados”, resulta irónico cómo, por lo que tanto deseamos (hablando de intereses económicos, sociales, etc.) nos provoca tanto daño en lo que podemos denominar como: conciencia.

La ausencia de empatía hacia otros seres vivos, o no yendo más allá de la fantasía (pues la empatía exige de identificación mental y afectiva del “otro”), la ausencia de sentimientos por lo que ocurre alrededor, nos ha vuelto cínicos o vacíos.
No podemos concebir, que aún en esta era de “cambio”, de pleno reconocimiento de los derechos, donde la libertad de expresión ya no es un sueño, o un gobierno justo y democrático, ya no es un tratado utópico como “La ciudad del sol”, existan tantos crímenes de odio por parte de nosotros, “los de la misma especie”.

En la actualidad nuestra vida acelerada y el dominio del hombre, ha creado en nosotros una cultura errónea sobre la naturaleza y los animales, nos ha orillado a la falsa creencia de los poseedores y ser dueños de la tierra, agotando nuestros recursos y peor aún maltratando o sirviéndonos de los animales para satisfacer caprichos impuestos por la sociedad.

(...)

viernes, 17 de septiembre de 2010

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El segundo exacto para amarnos.



(fragmentos de un ayer)

Sé que no nos han quedado ganas de amar...

-Si con estas palabras y con este lenguaje puedo definir lo que hay adentro, es sin duda amor. Un amor incomprensible, raro para ti tal vez, un amor que es”inmaduro” a tu lado, que corre: “…Como una cabra loca”

-No puedo explicar qué hacía diferente las otras ocasiones de esta, no puedo tampoco saber porque donde hay tanto amor las cosas termina mal pese al diagnostico que dábamos a futuro. No sé que nos tiene preparado el destino, tal vez tú seas el único que tiene comprado su futuro y por lo que pides y haces estás seguro lo que ocurrirá mañana, pero déjame decirte algo: el mayor regalo del hombre es que puede vivir su presente y lo pueda respirar. Pues aquel que vive en un futuro y sueños que pides arriesgándote al siguiente día no encontrarlos, ese ha perdido su presente por empeñarse tanto en construir su horizonte. Creo que es mejor disfrutar de ese horizonte estando en él.

-Por eso quiero decirte que contigo viví un presente que no sé si tiene final, ni si quiera se su principio. Pero en estos momentos debo decir GRACIAS, gracias… Gracias….

-Gracias por dejarme vivir contigo días de ensueño y felicidad, que parecían ser vividas en el presente, pero sólo parece que las viví en un futuro que no nos corresponde. En el horizonte utópico que los sueños y deseos nos regalaron para conocer por un instante la verdadera felicidad.

-Créeme que yo lo siento más que tú: no llegar en la época correcta, el día exacto o el segundo indicado para amarnos.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Al gato que espera sentado



La terrible costumbre por esperar las buenas noticias de noche, provoca una vigilia muy grave, pues el amor es incurable…
Mientras mira por su ventana en espera del sueño que de tregua a la incertidumbre por si seguirá soñando con él o en su despertar encuentre otra vez la pena (como todas las mañanas) de saberlo lejos y en pie de otra ventana; la hace suplicar por seguir sentada esperando que su sueño sea muy largo, o su despertar demore más de lo planeado…


Pese al gran sueño que tiene, su espera dura noches…
y...
¡esta vez espera que no desaparezca!

viernes, 20 de agosto de 2010

A mi mujer de maíz


Si la muerte no fuera el preludio a otra vida, la vida presente sería una burla cruel
Mahatma Gandhi


Por ella no pasaban los años. Era de buena madera, tal como el ébano: Fuerte en el carácter, suave al tratarla y con quietud en su ornamental rostro.
Mirarla, era como retroceder al último encuentro con ella, pues el polvo entre sus repliegues de la cara, corroían su escondida sonrisa detrás del armazón pintado de oro de sus lentes.
Su voz (abrazada por dientes con coronas de metal y porcelana), era enérgica, tenaz y sólida; pero era también la que dulcemente cantaba a sus nietos entre sus brazos con un rebozo rayado de colores, coplas que aprendió en medio del campo, allá por Ciudad Guzmán, mientras trabajaba a los cuatro años.
Desde niña, era tallada y pulida con las más rudas herramientas: su pasajera niñez concluyó a los cuatro, cuando difícilmente podía alcanzar el lavaplatos con un banco en la casa en la que trabajaba como “sirvienta”. Quizá tener como escuela la limpieza de un hogar ajeno, la hizo ser la más estricta en la limpieza, ahora sí, en su propio hogar; además de que esa vida le arrebató las letras, a diferencia de sus hermanos varones (por cierto).
Pese al analfabetismo forzado, se valió de artimañas para las cuentas del “mandado” y su rápida memoria para relacionar el dibujo del producto con lo que le pedían sus patrones “los americanos”.
Contaba mi abuelita, para, entre sus historias dolorosas, cultivar a sus nietos en la honesta humildad:
—Ellos tenían costales de dinero ¡eran dólares! Y yo nunca tomé ni un alfiler…
En esas tardes interminables, dónde el sol se detiene en la copa del árbol para alumbrarnos aún en la noche, las historias de la mujer que cocinaba, planchaba y todavía recortaba las hojitas de sus cinco nietos que aún no florecían; hacía que permanecer ahí fuera un paraíso de olores provenientes de las ollas de barro, peltre o vaporeras, que ardían bajo el templo de la mujer: la cocina.
Cuando gozábamos del fruto de la creación de sus manos, podíamos tener el privilegio de sentir una explosión en el paladar como el recorrido por una tierra lejana. Que pertenecía a los años en que la verdadera cocina venía de la tierra y no de un recetario ahora televisado por el canal 2.
Su babero (siempre con el uniforme de la ama de casa) portado con una singular elegancia, y debajo de él, su pulcro tronco impresionante: blusas que parecían almidonadas por el cuello y faldas tan rectas que se paraban solas. Medias color piel y zapatos negros, claro, tal como espejos.
Ella es el árbol que sufrió la pérdida de una hija con tres años, arrancada por la extrema pobreza que le facilitó a la poliomielitis la entrada a su jardín. Ella, era de esa madera que por fuera parecía tan fuerte, pero al interior, nadie se imaginaba que sería comida por las polillas de desdicha en una depresión oculta por su demencia senil.
Pero alrededor de la tierra donde ella nació y creció, dejó alimento a muchas aves, incluso proporcionó las semillas que formó a varias plantas que aspiran a ser, tal cual ese tronco colosal algún día fue.
Su muerte no es cuestión de tristeza, es alegría porque ya vive con Dios. Abuelita, siempre permanecerás con nosotros.

Escribo en una tarjeta blanca:
Q.E.P.D.
Ramona Guzmán Ramos
1920-2009.


jueves, 19 de agosto de 2010

Juguemos a vivir


Hoy es lunes, lluvioso y vacío. Trae consigo ausencia y soledad. Aquella soledad que no se disfruta y hace entrañar el recuerdo tuyo…
Hoy es lunes, el cielo está gris, él que tiene una orquesta de truenos en tu cabeza, pero sólo es un incómodo silbato sonando en tu oído. Una soledad que no te deja pensar en blanco o en cualquier otra cosa, más que en su humedad después de hacer el amor.

-Será mejor abandonar la casa…

Con estas condiciones tu refugio del gigante de hierro allá afuera, funciona como un aparato de tortura en tormentas de melancolía…
Además de su recuerdo, no todo está perdido, las gotas cargan consigo un exquisito olor a tierra mojada en la jungla de la ciudad.

Tu ir es inconstante, en realidad no sabes a donde te lleva el aguacero de recuerdos.

Tratas de disfrutarlo como antes, pero las gotas sobre tu cara duelen más hoy, y el sabor en tu lengua se hace más amargo mientras sigues caminando.
Decides tomar el metro bus (un viaje en el tren del escape), por suerte sus vagones lucen igual hoy: medio llenos, medio vacíos…

Sirve como escaparate para el agua tocando el cristal donde has recargado la cabeza y toda tu sosegada tristeza; miras allá afuera, dicen que el agua en un cristal distorsiona las cosas si miras a través de él.

A mí me parece que sí…. Las calles están vacías, sin ruido, sin insultos, sin tiranía… La lluvia provoca treguas cuando el sol quema en las cabezas de afuera.

-¡Ojala lloviera todo el tiempo!

Vuelves la mirada adentro, donde el agua no ha hecho el milagro ahí; algún mirón observa lo que llevas entre las manos (un libro de poemas que él te regaló), otro más respira tan fuerte como un jabalí, un niño narra a su mamá a gritos como le fue hoy, mientras que los cinco asientos que hay a tu lado izquierdo y tu, se encuentran vacíos;

-¡No como el día en que estabas junto a él!

Mi felicidad no cabía si quiera en los seis asientos de atrás, o en las casi dos cuadras de largo que mide todo el metro bus. Aquel día afortunadamente no era lunes, ni si quiera pensaban las nubes lanzar misiles de conciencia para inundar tu moral.
El niño con su chillante voz, le grita a la mamá la estación del metrobus, me despierta de un repaso por cada escena contigo…

El viaje y la caminata sin fin aparente, me trajo ahí, al lugar más excéntrico y tan escondido como lo ha pasado durante años por el frenético caminar de la modernidad.
Un rincón venido de los fabulosos principios de 1900, pequeños caballitos de bronce y armas hechas a precisión hablaban de cuando un Madero incitaba a la revolución; en otro pequeño espacio de los 30’s, la expropiación denotaba la euforia por el petróleo en toda la sala, con torres a escala para maquetas; los rasgos de una guerra a millones de kilómetros lejos de aquí enseñaba (no la aversión por las armas) al contrario, el sentimiento tan encarnado por la idea del gusto por una guerra con tanques y replicas de mortales aparatos como las armas en contra de judíos; los 60´s en el país contaban con juguetes de promoción la llegada de las olimpiadas y guardando los secretos aquellos camioncitos de Bimbo, de la peor tragedia en México, ocultada con colores chillantes y las nuevas colecciones de Mattel; lejos de lo absurdo; la caja de raspados de “mi alegría” ejemplificaba muy bien los noventas, o no olvidar las figuras “kitsch” de muñequitos encapuchados y “marías” con un bultito de algodón atrás, en el momento en que estaba de moda vestir como revolucionario, pero dejar el atuendo cuando los convers llegaran con el TLC.

Aquel lugar que juntaba en tiempos a Villa, Portillo y Salinas; era el templo de la evocación, la mejor colección vista que reconocía el valor del recuerdo; la verdadera esencia de un hombre: su niñez.

Se trataba del museo del juguete antiguo. Traída al lugar por el destino como inyección para una cabeza afligida por un fugaz amor.

Cada juguete era una expresión, otro era un suspiro, algunos eran excitación; como al toparte con las alcancías de cerámica con forma de luchador, con una pintura opaca o la máscara nunca dibujadas a la perfección, así eran los regalos en las ferias obtenidos después de aventar las canicas en tablas con los Tyni Toons; aquella vez mi mamá y mi hermana, pasábamos la noche juntas (como ya hace tiempo que no); unas papas y algún juego mecánico, nos conformaba para asegurar que éramos las más felices del mundo. A pesar que en la noche no pudimos dormir por la indigestión de las tazas locas.

A la derecha: la mansión, el castillo y hasta la granja de play mobile; un sueño para los que nacimos en los 80´s; como el primer día en la primaria, que llevaba en la mochila un play mobile y su set de dentista; Claudia (la que hacía de enfermera) me preguntó:

-¿Quieres ser de grande dentista?
-¡No! Doctora, astronauta, exploradora, maestra, gimnasta, arquitecta, actriz, policía, súper héroe, cantante, comerciante, violinista, mamá, conductora, zapatera y heladera

No quería una carrera, aspiraba más que hoy.
Era más que una colección, el boleto a la entrada de la infancia. Cuando el mundo para mí, no era lluvioso y vacío, no traía consigo ausencia y soledad; los amores difíciles eran a mis juguetes o a los tazos de colección; mi angustia no la provocaban personas, sino perderme las retas de dispararles a los patos, con el primer Nintendo que salió.

-¡Ni si quera sé! Si sentía angustia

Cada sala con su encanto, una a mi me provocaba risas y lágrimas por la añoranza de los años pasados.

Paradójico, ahora deseaba nunca crecer a diferencia de cuando nos preguntaban si queríamos ser adultos y todos seducidos por la idea de tener un trabajo, un coche, una casa… asegurábamos que ¡sí!

-¡Que equivocados estábamos!

La vida, incluso la “de los grandes” era perfecta con una visión de siete años de edad. Pero ahora ni si quiera he recorrido lo necesario y quiero regresar…
-“Por alguna razón que nadie conoce, la naturaleza castiga a los niños haciéndolos crecer”

Otro, que sí podía juzgar a partir de más años, era un señor en la sala de robots japoneses y naves espaciales de metal (como el de las latas de refresco), veía con los ojos llenos de melancolía e invocación de su vida (aproximadamente unos 72 años de edad), las locomotoras y los barcos, de sus incontables aventuras cuando sus papás salían de casa a trabajar.

-Capitán, leven anclas… (o cuando rescataba a la muñeca de su mamá del destino cruel amarrada en las vías del tren) ¡Detengan las máquinas! ¡Chu-chuuuuuuu!

Él, vestido con un pantalón que dejaba ver sus tobillos y una camisa verde olivo, se aferraba a la memoria y el buen sabor de aquellos tiempos en que no se necesitaba de la lluvia para ahuyentar a los demonios de la calle.
Eran épocas mejores, tal vez porque ahora forman parte del pasado y no podemos más que recordar lo bueno, a lo malo que en mi caso he enterrado miles de metros bajo tierra.

El ingenio de con una masa de plástico formar los luchadores congelados en pose de ataque, o las novedosas tablas con volante, como lo eran las avalanchas (anunciadas con Chabelo); hablaban de los buenos juguetes de antes; no los transformers con ocho baterías, una navaja expandible y su software para que hable con la computadora y te diga de qué color traes los calcetines.

- ¡Aun mejor!

Los de mis abuelos: soldaditos hechos con hierro puro y las muñequitas de porcelana con ropita hecha a mano y precisión, los detalles sin duda eran su valor en recuerdos y no las producciones en masa que hoy fabrican, y no permiten atesorar nada en esa armadura llena de tecnología; afortunadamente los juguetes retratan las generaciones y describen a la perfección lo que nos marcó; a los míos por ejemplo todavía nos tocaron los buenos juguetes (con mucho de los antiguos y una embarradita de la modernidad), a ésta desafortunadamente se le conoce por lo frío que son (debe ser por el metal que llevan en la sangre, debido al plomo de los Elmo´s de Japón), y como producen los medios masivos en masa a los niños de éste tiempo. Tal cual los juguetes de “high school musical”.

La lluvia cesó, revivir lo bueno apago cualquier rastro de desolación e hizo incluso pasará el tiempo tan deprisa (pese a los veinte años que recorrí), que me tuvieron que sacar casi a la fuerza.

Regreso de mi viaje, el metro bus luce igual: medio lleno, medio vacío. Las calles ahora se miran tal cual, la gente camina como un zombi allá afuera; pero yo, hoy me pude asomar a lo asombroso de mis recuerdos y el tesoro que tenían guardado los muñequitos y las cacerolas de aquel lugar: la infancia me recuerda a lo que quería ser hoy, no un adulto triste y lamentándose por el amor. Si no aquella soñadora que quería hacer todo y siempre ver la vida así:

-¡como un juego!