martes, 27 de diciembre de 2011

21-12-2012

Los astros se alinearon, el fin del mundo se acercaba, un meteorito impactaría el planeta tierra...

-¡No!

En realidad en el mundo de ellos no pasó nada, el cambio se dió en mi mundo: aquella constelación de orión fotografiada con su color verde bailó como un listón en el corazón para advertirme que el principio y fin del mundo eras tú...

-¡Así es!

Un meteorito llegó e impactó en la caja toráxica de un león.

Cupón

Si pudiera describir como me siento, las palabras faltarían porque este vocabulario hecho por el hombre no comprende lo que va más allá de lo antes visto. Me refiero a lo que en términos terrícolas puede llamarse amor, pero en el vocabulario divino se llama: Tú.

Amor  ¿Con cuáles palabras te digo todo esto que siento, si no han sido inventadas?

Trataré de acercarme con este pobre lenguaje y definirlo: como una revelación divina, que ni la luna con su fuerza al mover las caprichosas olas del mar, o el viento que grita cuando anticipa la lluvia; ni toda esa fuerza natural podrían compararse con la explosión desde el chacra coronario a los 6 que vienen y respiran cuando tú, mi amor estás cerca.

Amor mis palabras quieren decirte cuánto es que te amo. Y la ofrenda que te hago con este compromiso:

         “Valido por la vida entera de Abril”