sábado, 4 de diciembre de 2010


Un carboncillo sobre el papel blanco va delineando tu boca… es el contorno fresco de tus labios con un trazo impresionante…
Parece que la fuerza con que fue dibujado ha traspasado el otro lado del cuaderno: son los labios más hermosos que yo haya visto pintados a blanco y negro.
-¡No los pintes por dentro!
Déjame recordarlos siempre así: con el trazo remarcado de tus labios negros.

Confusión


No se define mi corazón a que se inclinará,
Si al insomnio que me provocan las diferencias de tu rabia,
O al placer sincero de tus manos en mi alma

Pues los giros de tus sueños me llevan a una mortal tormenta,
Que me mata y me genera, una llaga en la ligera capa de mi corazón.
Pero este amor que todo sana, perdona las cuchillas del rencor y venganza
Que puede albergar tu arma, por la lejanía que hoy nos desvía
Pero nunca nos separa del perfecto paraíso que ha creado tu amor.

Es por eso vida mía, que busco en tu camino
El tren de mi destino, que me lleve de regreso a la playa donde nacimos,
Vivimos y morimos, para quitar por completo la confusión de no tenerte
Y de alejarte por fantasmas en la mente, y perder la cordura de mi corazón.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

La huella de tu amor


Por Abril Ángel

Eran las seis de la tarde, la hora en que él, gustaba salir de su “basurero” (literalmente), pues su casa era el callejón de una unidad habitacional poco prestigiada y segura (de esas que tienen miles de edificios pintados color crema y donde abundan las ratas); algunos botes adornaban el lugar, cartones eran los colchones y periódicos o revistas viejas de la estética de lado siguiente, servían para mitigar la proximidad del invierno. No renegaba mucho, al lado de ellos siempre había un festín que degustar, por suerte la tienda de Don Beto abría las 24 horas por abastecer de alcohol a los borrachos del condominio y si no tiraban algo de comida por lo mareado que estaban, aprovechaba Marquito la confusión para tomar “prestada” la torta de tamal que dejaban en el suelo mientras degustaban la décima “chela” del día. Así, comido y desayunadito empezaba la rutina de mirar entre ventanas lo que hacían “sus vecinos”, pero aunque diario practicaba lo mismo, siempre era diferente: Si no lo descubrían espiando a Tania la vecina desnudarse para entrar a bañar, lo corrían de las escaleras cual ladrón borracho, pues de ladrón tenía toda la cara pero ¿de borracho?

Su compañero de “cama” (o ¡mejor dicho!): cartón, era Roy, un tipo desarreglado de unos 32 años, pero la mugre lo hacía lucir de cuarenta y dos, grande y musculosos, con una facha de galán pero por como lo trató la vida se tuvo que conformar con la compañía de Marco; casi no hablaba con él solo se limitaba a acariciarle la cabeza en señal de agrado y ofrecerle de la comida que les robaba a niños de la escuela primaria cuadras atrás de su callejón (tal vez por eso marco adquirió ese hábito).

Marco aun dudaba de las aventuras de Roy, le resultaban tan poco creíbles:

-Si Marquito ¡yo tenía todas babeando por mí! Con decirte “negro” que hacían fila…

Seguido de su comentario acariciaba la cabeza de su amigo.

-¡Seguro es gay!

Pensaba Marco, ante tal insistencia en tocarlo


Por otro lado Marco o el “negro” (como le gritaron un día que huía corriendo de su víctima de robo por comida, y se le quedó el apodo), era lo contrario: poco hablador, pequeño y más coqueto que Roberto, Gabriel o Tonatiuh juntos (los borrachos de la miscelánea), pues mientras ellos competían por quien se tomaba la caguama más rápido, él tenía la manía de espiar con tanta insistencia y puntualidad a sus vecinas, para descubrir en ellas sus encantos o algún truco para impresionarlas después.

Una vez, se pasó todo el día por las escaleras de emergencia contemplado cada departamento, había tantas cosas en común: la tristeza que guardan esas paredes y los secretos que no salen de ahí, eran cada vez más interesantes para “el negro”.

En el primer piso escondido tras el tendedero de Doña Esperanza veía la misma rutina: Ella llevándole el desayuno, huevos con frijoles y una cesto con tortillas a su esposo, un hombre calvo y gordo con un seño diabólico, tal parece que por eso le tema tanto a su marido, pues ella no come hasta que termine y lave todos los platos. Más al fondo un cuadro de una pareja, ella de blanco, el hombre con un seño ¡mejor! el marco es muy ostentoso y los que yacen en la foto también, parecen felices… Pero el tiempo es el que encuadra la efímera felicidad del amor.

Marco, invadido por la melancolía de esa pareja, da un paso en falso y cae detrás del auto del hombre mal humorado, pronto sale con una pistola de balines y los lanza al azar, tenía miedo de encontrar un ladrón tratando de abrir su coche, pero al brincar se da cuenta que es solo Marco, un insignificante ladrón que seguro husmeaba la basura. Decide escapar hacia arriba e ignorar la herida que le provoco el balín.

A su paso lo detienen los gritos emitidos por un bebé que está en la cuna, se posa cerca de la ventana procurando que nadie lo vea acariciando el bebé, el bebé que llora calla inmediatamente que lo ve. Su madre aparece bruscamente con una mamila de leche hasta la mitad. Se la intenta dar y no quiere, escupe sobre su babero rosa y mejor opta por darle de su pecho.

Suena el teléfono y divinamente para él, se detiene y aleja la boca del bebé, se para de la silla sin la mitad de la blusa y contempla extasiado Marco como se marcha la joven; el bebé llora más y decide entrar para tranquilizarlo.

-¡Total! Solo lo tranquilizo y me voy

Puso un pie en la cuna, el otro en el barandal, no quería hacer tanto ruido y logra llegar; la madre entra y grita al verlo, su intimidad era violada ¡aun pero! ¡Un extraño acariciaba su hijo!

-¡¿Qué haces aquí?! ¡Vete!

Veloz toma la escalera y huye sin pensar, cuando daba vuelta en otro condominio quiso visitar a la mujer más hermosa de la unidad: Teresa.

Era tan noble y tan guapa, creía que también ella le atraía él, pues más de dos ocasiones le ofreció comida e incluso le hizo cuando no tenía nada en el refrigerador. Corrió para verla nuevamente por la ventana y disfrutar de su compañía, pensaba en confesarle sus sentimientos mientras corría por los techos de los departamentos.

-Tal vez lo deje para otro día, hoy solo quiero verla

Llegó a su habitación, su cama estaba destendida… Era muy raro pues a las seis de la tarde normalmente ya está hecho su que hacer, de pronto salió Teresa del baño con un hermoso vestido rojo, tenía el cabello aun húmedo

-¿Y si se arregló así para mí?

Lo vió y sonrió, no era la imaginación de Marco, aquella mujer si simpatiza con él. En un plato le llevó leche y en otro comida de ayer. Mira atentamente como come y lo acaricia mientras lo hace. Él feliz disfruta de ella cocinándole y además acariciándole…

-¡Nada puede ir mejor!

Pensaba Marco y miraba con atención a Teresa.

De ese mismo baño que salió la mujer, sale un hombre desnudo, un tipo desarreglado de unos 32 años, esta vez no tenía mugre y se lucía de esa edad, grande y musculosos, con una facha de galán.

Su corazón se retuerce y los pelitos de su piel se erizan… No tiene tiempo ni de pensar ¿Qué está pasando?

Roy ve a Marco y grita sorprendido:

-¡Pinche gato! ¡Sal de aquí!