jueves, 27 de agosto de 2009

agosto de 2009


Una luna perfecta cubría la noche del jueves 27 de agosto, suavemente iluminada y mandada hacer para esta ocasión: encapotada por nubes anunciando una tormenta, pero tan indecisa, que perpetuaba la noche con su imagen. La temperatura ahuyentando la primavera, pero obligando a los cuerpos llenarse de cobijas de piel; un viento… tú viento: llamado por la música, quemaba el ambiente afable y complaciente que me permitía decir: ¡ven!